Un poema

En su día fue tratado en clase el tema de la escritura de poesías utilizando como recurso la repetición de palabras y versos. Como ejemplos, se observaron y leyeron varios poemas, en los que los autores correspondientes habían utilizado este recurso, y se comprobó el efecto producido. A continuación se propuso a los alumnos la siguiente actividad:

"Inventa y escribe un poema, parecido a alguno de los que hemos visto, en el que se repitan palabras y versos. No es necesario que rime. EL dibujo te puede ayudar a legir el tema del poema".


Este fue uno de los resultados obtenidos:

Autora: Raquel Ávila Moreno (9 años)

Cuento



(Mención especial del III Concurso Infantil de Cuentos de Navidad, convocado por la Biblioteca Municipal de Socuéllamos. Categoría: 9 a 12 años).


Autor: Gaspar Avilés Sánchez
(9 años)



"La luz de la Navidad"


Erase una vez en España un niño rico llamado Carlos. Los padres de Carlos se fueron el dia 24 de Diciembre al Caribe de vacaciones dejando a Carlos con una criada y su abuela. El dia de Nochebuena al abrir los regalos que había traido Papá Noel a Carlos empezó a decir:

- Un futbolín; jo, que rollo. Si no tengo amigos con quien jugar.

Y así con muchos más regalos como la play stacion, la wii y anda ¡un balón!











Onkono que era un niño africano había recibido su paga tras un
año trabajando duro cuidando las cabras del jefe de la aldea allá en Africa. Solo a veces podía jugar al fútbol con sus amigos y eso que no tenian más que una pelota hecha con trapos. Bajo una palmera soñaba con lo que más queria en este mundo, ver a su madre.



En la habitación de Carlos entró Ashila que era como se llamaba la criada y como lo vio muy triste le preguntó:
- ¿Que te pasa que estas tan triste si tienes tantos juguetes.
- Tengo muchos juguetes pero con nadie con quien jugar.
Contestó Carlos y mirando a Ashila le preguntó:
- ¿Y tú? ¿Por que estas tan triste?
- Es que veras... no veo a mi hijo desde hace un año. Y ahora que llega Navidad me acuerdo mucho de él.
Contestó Ashila.
- Un momento. ¿Donde vive?
Dijo muy entusiasmado Carlos.
- En Guinea. Se encuentra en Africa.
Contestó Ashila.
- ¿Por que no vamos a visitarlo? Y ademas como mis padres estan de viaje no se enterarían.
Dijo Carlos.
- Pero... yo no tengo dinero.
Dijo Ashila.
La abuela que escuchaba todo desde la habitación de al lado dirigiendose a ellos dijo:
- Yo os puedo ayudar no me gusta ver gente triste alrededor. Os prestaré dinero para que viajeis allí. Pero teneis que volver pasado mañana porque no puedo decirle a papá que te has ido a Africa.
- De acuerdo, dijeron los dos a la vez.

Onkono cogió el dinero y una mochila con agua y comida y andando, andando, tras varios dias llegaría al aeropuerto donde se gastaría todo el dinero en el billete para llegar a España y ver a su madre.

Mientras tanto Carlos y Ashila ya habían aterrizado en Guinea donde desde allí en autobús viajarían hasta la aldea. Carlos llevaba el balón de fútbol para regalarselo a Onkono.

Hacía muchos días que llovía en el pais tanto que cuando el autobús llegó a un puente se dieron la sorpresa de que había sido destruido por el agua y no pudieron pasar. Tras una noche esperando a que arreglasen el puente Carlos y Ashila no tuvieron más remedio que volverse en el autobús al aeropuerto para ir a España eso si, con mucha pena.

Ya en el aeropuerto ninguno de los dos se dio cuenta de que allí estaba Onkono pues cada uno entro en el avión por una puerta.
Durante el viaje Ashila estaba muy triste diciendo:
- Tanto esfuerzo para nada y con lo cerca que hemos estado.
Pero seguian sin darse cuenta de que alli estaba Onkono ni Onkono se dio cuenta de que allí estaba su madre.

Al aterrizar en España tenian que dar el pasaporte. Cuando llego el turno de Onkono le preguntaron:
- Su pasaporte por favor.
- No. Y además no sé que es eso. Pero.... que me dice usted.
Dijo Onkono.
- Entonces si no tiene le devolveremos a su país.
Dijo el policia.
- Un momento, yo si que tengo su pasaporte.
Onkono se volvió y....
-¡Mamá!
Dijo Onkono. Y así todos pudieron entrar en España.

Onkono y Ashila eran tan felices que unas veces reian y otras lloraban, y así llegaron a casa.
Así quedaro cuatro personas muy felices: Ashila con Onkono, Carlos con Onkono y la abuela que había conseguido todo esto.
Cuando Carlos entró en casa dijo:
- Ya tenemos la luz de la Navidad.